La fotografía se ha transformado radicalmente con la intervención de la inteligencia artificial, que aporta nuevas capacidades de edición y posibilidades creativas. Sin embargo, esta innovación plantea un dilema: las imágenes tratadas con IA, al ajustar cada detalle para coincidir con recuerdos idealizados, pueden terminar siendo sorprendentemente aburridas.
El auge de la edición fotográfica con IA
En los últimos años, herramientas como Magic Editor de Google han revolucionado cómo editamos fotos en dispositivos móviles como el Pixel 9. Estas herramientas permiten no solo borrar objetos no deseados sino también integrar elementos completamente nuevos con simples comandos de texto, un salto técnico significativo en comparación con las ediciones anteriores que solo se enfocaban en pequeños ajustes cosméticos.
- Modificación del clima: transforma cielos nublados en despejados.
- Ajustes de color y luminosidad para reflejar cómo recordamos los momentos.
- Posibilidad de añadir elementos como arcoíris, animales, etc., para enriquecer la escena.
Desafíos en la definición de “fotografía”
Con el aumento de la edición con IA, surge la pregunta: ¿sigue siendo una “foto” si ha sido ampliamente alterada? Mientras que algunos ven estas herramientas como una forma de mejorar imágenes eliminando distracciones, para otros, se corre el riesgo de perder la autenticidad y el carácter verdaderos del momento capturado.
Incluso los fotógrafos puristas, que valoran los aspectos intocables de una foto, se encuentran enfrentando la tentación de usar la IA para corregir pequeños detalles que distraen. ¿Qué sucede cuando esto lleva a un borrado excesivo de los elementos originales que otorgan personalidad al encuadre?
AI y su impacto en la autenticidad de los recuerdos
La premisa de convertir fotos en recuerdos alterados puede parecer atractiva, pero corre el riesgo de caer en la homogeneidad y la falta de emoción. Añadir pájaros o cambiar un fondo se puede parecer mucho a transformar la esencia de lo que hace que la foto sea especial en primer lugar.
Allison Johnson, autora de la nota, destaca un ejemplo: eliminar el trasfondo del bullicio o detalles no deseados de una imagen puede facilitar una mejor focalización en el sujeto principal, pero esto podría resultar en un producto final que carezca de relevancia o autenticidad personal.
La línea entre mejora y sobreedición
Usar la IA para modificar las imperfecciones puede ser útil, como quitar manchas en la ropa o eliminar objetos indeseados del marco. Sin embargo, modificar en exceso puede descontextualizar la foto, despojarla de imperfecciones que añaden carácter, y convertirla en algo genérico y desprovisto de contexto emocional significativo.
El autor explica con ejemplos cómo, al eliminar ciertos elementos del trasfondo de una fotografía, el resultado puede terminar careciendo del ambiente único que definía el momento. La engañosa facilidad con que se pueden desplegar estas herramientas conlleva el riesgo de no saber cuándo detenerse.
IA y los fundamentos de una buena fotografía
A pesar de los avances, el uso de herramientas de IA no puede sustituir los elementos fundacionales de una buena fotografía: la iluminación adecuada, la composición reflexiva y, sobre todo, la captura fiel de la emoción en un momento específico.
Aunque las herramientas como Magic Editor ofrecen oportunidades para realizar ajustes significativos en las imágenes, nunca reemplazarán la importancia de estar presente en el momento y establecer conexiones auténticas con la escena fotografiada. La esencia de un buen recuerdo tal vez radica en sus imperfecciones tanto como en sus cualidades.
Conclusión: el equilibrio entre IA y autenticidad
En última instancia, si bien la IA puede transformar fotos en memorias personalizadas, no siempre mejorará la esencia original, especialmente si se han eliminado elementos significantes del encuadre original.
Es una cuestión de visión personal y de encontrar el justo medio entre la edición necesaria para resaltar lo mejor de un momento y mantener el carácter único que se recordará por su valor genuino.
En conclusión, mientras la IA nos permite tener un control sin precedentes sobre nuestras imágenes, el verdadero desafío está en mantener la autenticidad y el poder emocional de esas memorias, sin sacrificarlas en el altar de la perfección artificial.